Yacimientos

  • Acueducto Romano de Peña Cortada: Esta construcción se utilizaba para transportar agua desde el nacimiento del río Tuejar hasta la costa valenciana, quedan en pie 26 km de la construcción.
    Además, existe un recorrido de túneles excavados en la montaña de entre 200 y 300 metros de longitud.
  • Torrecilla. Chelva: El Yacimiento Arqueológico de la Torrecilla o antiguo “Castillo de Chércol”, está ubicada en una colina al norte del municipio. Esta posición permite una visión privilegiada del valle, lo que favoreció el asentamiento de varias culturas, como la íbera y la árabe. El yacimiento consta de una torre, varias habitaciones, calles e, incluso, un desagüe que datan del S.XII, aunque se han hallado restos de los siglos IV-I a.C. pertenecientes a un asentamiento íbero.
  • Castillejo de la Muela. Aras de los Olmos: El Yacimiento del Castillejo de la Muela es un poblado fortificado ubicado en la montaña que le da el nombre. Se encuentra situado a 1250 metros sobre el nivel del mar lo que le da una visión privilegiada del valle de Aras de los Olmos. Las excavaciones han permitido descubrir que el asentamiento data de finales del S.XII a.C. al sigo V a.C. La cantidad de recursos de los que disponían permitió que el poblado se expandiese y perdurase en el tiempo.
  • Molino de la Pardala. Benagéber: El Molino Harinero de La Pardala se construyó en el Siglo XIX tras varios intentos anteriores por parte de los habitantes de Benagéber. Se hizo junto al Regajo, en un espacio natural exclusivo, con huertos que tenían árboles frutales variados.
    Actualmente se pueden ver las ruinas si las aguas no llenan el Embalse de Benagéber.
  • Rincón del Tío Escribano. Titaguas: Este yacimiento está formado por pinturas rupestres de unos 9000 años de antigüedad. Fueron descubiertas por 1980 por el profesor Francisco Moreno y se declararon Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
  • Pinturas Rupestres de los Corrales de Silla. Tuéjar: están reconocidas como Bien de Interés Cultural, inscritas en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (Kioto, 1998) bajo la denominación: Arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica. El motivo de su inscripción es la excepcionalidad que la caracteriza, al permitirnos de forma gráfica conocer la evolución cultural, sobre todo del paso de la economía de caza y recolección a la producción de alimentos. Están datadas en 10.000, 6.000 y 5.000 años a.C. respectivamente.